Apretaba el sol cuando llegué a Patquia. Había pasado el mediodía y era obligatorio hacer noche allí antes de dirigirme al Parque Nacional de Tampalaya.
Caí en un pequeño complejo
que estaban construyendo, a medio terminar, pero por suerte mi habitación tenía
aire acondicionado.
El empresario, un médico cordobés,
un personaje simpático que imaginé tejiendo influencias junto al intendente,
como la tradición pueblerina manda, cura/ intendente/ médico, trilogía
mágica en los pueblos de nuestro inmenso territorio. Simpático y con don de
gente el doctor, pero si me enfermo preguntaría antes por alguna curandera
del pueblo.
Ya había alistado y cargado mi telescopio al vehículo con la certeza de esos limpios cielos en La Rioja. No había pasado la puerta que ya había encendido el aire acondicionado: esa reparadora siesta era una necesidad luego de tantos kilómetros. Una hora, suficiente, para luego salir a recorrer la única calle asfaltada de Patquia, la ruta que te lleva a Talampaya.
No era muy largo el paseo y ya de regreso uno
de los vecinos me detuvo y me dijo:
- Usted no es de aquí
- Tampoco lo era
cuando pasé para el oeste de ida y usted ya lo sabía
- ¿Tiene prisa?
-De ninguna
manera...
-Aguarde un
momento
Entró en la casa sin premura
y sacó otro sillón de mimbre. Tenía uno delante de su puerta, un poco ladeado a
la izquierda para tener cuidado de no obstruir un centímetro la puerta para
cualquier visitante imaginario que seguro no llegaría, Yo pensé "Lo
pone así de una para evitar levantarse y desplazarse si alguien quiere entrar o
salir "
Al mío lo puso a la derecha,
del otro lado de la puerta (una puerta de madera bastante más ancha de lo
habitual), quedando así un pasillo libre entre las dos sillas, marcando el
camino de entrada por si alguien necesitaba transitar.
"Me llaman Cucharón
de Patquia, por mi hermano que era un famoso futbolista de la provincia. Yo
no soy de aquí, vine a trabajar para vialidad, pero me enamoré y me quedé…Cosas
de la vida”
Luego añadió: “Mi mujer hoy no está, se fue al cementerio del pueblo vecino (Villa Unión) a visitar la tumba de La Niña Martita”
La amena charla con Cucharón duró 1 hora aproximadamente y pasó de lo sobrenatural a los -no menos- explicables resultados de las elecciones.
"Créame,
amigo, conozco a cada uno de los vecinos de este pueblo y el peronismo no podía
ganar. Sin embargo, ganó"
Me conmovió la charla y me
conmovió la humanidad como siempre me pasa cuando piso nuestros pueblos. A
veces me pregunto cómo con esta gente tan buena no hemos podido construir una
realidad mejor… ¿Será que a medida que nos acercamos al Obelisco nuestra
bondad disminuye?
Esa noche llovió como jamás llueve en La Rioja y no pude desempolvar el telescopio, pero me esperaba Talampaya y la maravillosa Cuesta de Miranda.
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