Había un tiempo en que sólo me importaba mi credibilidad, entonces era políticamente correcto, cuidaba mucho el detalle. Cada cosa que hacía.
Pensaba, y con razón, que muchos de mis proyectos y anhelos, estaban vinculados a la impresión que yo causaría en los demás. “ Ser más papista que el papa”, (que se decía entonces).
Había mucho por hacer, por demostrar y demostrarme. Por eso cuidaba mucho cada palabra y cada gesto, siempre presente aquella frase:
“ NUNCA TENDRÁS UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD DE CAUSAR UNA BUENA PRIMERA IMPRESIÓN”
Y los estudios que demuestran que esa primera impresión es difícilmente modificable, salvo excepciones.
Hoy cumplo 63 años y ayer me dijeron : “Porque dices eso , eso te quita credibilidad, y a todo las demás cosas que dices”
Y de pronto me di cuenta, que ya no busco credibilidad, ya no siento necesidad de que la gente me crea nada, porque no busco convencer a nadie de nada. En este trayecto de la vida, libre de cargas y responsabilidades varias, solo busco ser, sentir y pensar sin limitaciones.
Hoy todo lo que no se ha demostrado para mi está en duda, ya no busco credibilidad si no más bien comprobación, si algo lo puedes comprobar es un hecho demostrado. Si lo que llevas años repitiendo no lo podemos chequear con un experimento, o con huellas claras. Entonces solo es una creencia, y entra en la categoría de la religiosidad.
Si no puedes comprobarme el salto de una especie a otra, para mi la teoría de la Evolución de Charles Darwin tiene una categoría religiosa, no se diferencia en nada a creer en ángeles, demonios o la virginidad de María. Puede ser cierto, pero no es comprobable, y puede ser tan cierto como la teoría de la modificación genética de los anunnakis en Sumeria, que como tampoco es comprobable, quedan en la misma condición.
Por eso cuando digo algo, hace tiempo que no pretendo convencer, solo sembrar inquietudes por si alguna cae en zonas fértiles. Si lo que digo me quita credibilidad por la simple razón de contradecir tus creencias, no es a mi a quién castigas, si no que pones límites a la búsqueda del conocimiento.
Por eso hoy que piso los 63, no necesito que me creas, no necesito discutir, solo necesito hacerme las preguntas, las que que siempre me he hecho y algunas nuevas sobre aquellas verdades que parecían indiscutibles. Yo necesito los cuestionamientos, las comprobaciones, yo necesito contarlo porque me siento en misión, pero no convencer. El trabajo del conocimiento es personal e intransferible, como la visión que los creadores tienen de sus proyectos.
Tiendo mi mano para que busquemos juntos si lo deseas, pero no usaré mi palabra para venderte una idea.
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